Teruel, España – Las medievales bodas de Isabel de Segura

Un beso. Solo un beso fue el principio y el final de todo. El trágico final de una historia de amor que traspasaría siglos, y el principio de la leyenda más romántica de todos los tiempos. Sus protagonistas serían conocidos como los amantes de Teruel. Él es Diego de Marcilla, y ella es Isabel de Segura. Y cada año, durante un finde a mediados de febrero, su leyenda se recuerda en las calles de la aragonesa ciudad del Amor.

La historia de los Amantes

Su historia cuenta ya más de 8 siglos, pero eso no es motivo para que Teruel deje de conmemorar las desafortunadas bodas de Isabel de Segura. En estas nupcias ella se desposaba, presionada por su padre, con un hombre al que apenas conocía y a quién, desde luego, no amaba. Su corazón se encontraba con Juan Diego de Marcilla, partido en batalla hacía un lustro, con la promesa de volver con riquezas suficientes para optar a su mano. Sin embargo, la coincidencia es traicionera y, el mismo día de la vuelta de don Diego, Isabel había sido entregada en santo matrimonio a Don Pedro de Azagra, señor de Albarracín.

Muerte de Diego de Marcilla

Diego acudió a pedirle un beso. Isabel se lo negó, al encontrarse ya en condición de mujer casada. Él no pudo resistir esta negativa y cayó muerto. Un día más tarde, siguiendo la comitiva fúnebre de su amado, moriría ella también, tras entregarle en muerte el beso que no pudo darle en vida.

Finde de Medievales

Sea realidad o leyenda, esta romántica a la par que trágica historia cobra vida en las calles de Teruel durante un fin de semana. La ciudad del Amor hace retroceder sus calles ochocientos años, a un siglo XIII donde se revive anualmente la pasión de estos jóvenes enamorados. Suele coincidir por los alrededores de San Valentín, a mediados de febrero, por lo que las vestimentas medievales, que viste gran parte de los turolenses, deben acompañarse de abrigadas capas.

Entretenimiento al estilo medieval

Los mercadillos medievales ocupan callejones y plazas. El olor a humo de hoguera y la música de flautas y tambores inundan las calles. Los diferentes grupos de familias y amigos se distribuyen en un centenar de haimas, esparcidas por todo el centro histórico de Teruel, donde deben simular la forma de vida del siglo XIII, así como las diferentes costumbres y oficios.

Sonidos de gaitas, trompetas y tambores

Banderines y estandartes engalanan una ciudad en la que van sucediéndose las escenas más icónicas de la historia de sus Amantes. Turolenses, amigos y familiares de fuera se visten de medievales para recrear el ambiente de la época. Los trajes escogidos son de lo más variopinto, pero el laborioso trabajo de confección es notable y ayuda a configurar un atrezzo perfecto para la época.

De esta forma, por las calles se cruzan personajes de diferentes procedencias y clases sociales: grupos de plebeyos se mezclan con la realeza, las guerreras acompañan a las cortesanas, y los caballeros comen, beben y ríen junto a pordioseros.

Dama de la corte vs. caballero

Isabel y Diego del siglo XXI

En los meses previos a la fecha de las Bodas de Isabel de Segura, varios castings y muchos ensayos tienen lugar para preparar a aquellos que darán vida a Diego e Isabel, así como a los amigos y familiares de los Amantes. Cada año los elegidos cambian, pero siempre tienen algo en común: reconocen la responsabilidad que supone representar un papel en este homenaje a la historia de sus Amantes. Pueden añadir algún pequeño giro de guion, pero la historia perdura tal y como fue contada.

Isabel de Segura, oculta bajo su capa, se suma a la comitiva fúnebre de Diego

Las representaciones se suceden durante ese fin de semana de Medievales. El viernes se casa Isabel, obligada ante la noticia de la muerte de Diego en batalla. El sábado, ascendiendo por la cuesta de la Andaquilla, Diego es recibido entre vítores, recién llegado de la batalla, junto a las tropas almogávares. Nada más llegar acude a una taberna donde le ponen al día del destino de Isabel, y corre a casa de sus padres a confirmarlo. Finalmente, en la plaza del Torico, en el balcón de uno de sus edificios modernistas, ve a Isabel. Ella se regocija al verlo, pero ya no puede concederle el beso que le pide y él, frente a una muchedumbre vestida de la época y con expresiones de tristeza, suelta su último aliento.

Isabel llorando a Diego, visto desde una de las pantallas repartidas por Teruel

El domingo se despierta con la comitiva fúnebre de Diego. En la plaza del Torico, Isabel, desde su ventana, no cree lo que ven sus ojos y rompe en sollozos al ver pasar el cuerpo de su amado. Finalmente, oculta bajo una capa se suma a la marcha para, a su llegada a la plaza de la Catedral rendirse en un beso de amor que le sume en un letargo eterno.

Los cuerpos de los dos amantes, tumbados sobre sendas camillas, recorren todo Teruel. Ni una pestaña se les mueve al actor y a la actriz, y es que saben que su deber es mantenerse muertos, para mantener viva la leyenda más romántica de su tierra.

Muerte de Isabel de Segura

Llegados los amantes al final de su camino, se levantan y salen al balcón de la plaza del Seminario. Allí, abrazados, reciben a Mari Carmen Torres, cantante y autora de la preciosa Oda a los amantes de Teruel, dedicada a sus personajes. Esta canción, interpretada con una emoción desbordante, cierra las fiestas de las Bodas de Isabel de Segura, también conocidas como Medievales.

Pero no todo es tan triste como parece porque, a pesar del trágico final que ya conocemos, los protagonistas rompen la maldición año tras año. Y es que, invitan a todo Teruel a besar a sus acompañantes y, ellos mismos, terminan su actuación dándose un beso. Aquel que no pudieran darse Diego e Isabel y que nos ha llevado a conocer su bonita y trágica historia de amor, llorando y soñando con ellos, desde hace siglos.

Que en esta villa perdure la hidalguía 
de aquel joven amante, que preso del amor
perdió su vida para ganar la historia
la mas bella leyenda que de amantes habló.

Oda de los Amantes de Teruel

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