Tras la visita a la Cerrada del río Castril que ya os contaba con anterioridad, continuamos nuestra ruta por la zona sur del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas con un pequeño recorrido, asequible para todo tipo de pies y edades. En este caso se trataba de la ruta hacia la cascada del Arroyo Guazalamanco, perteneciente a la provincia de Jaén.
Este recorrido es la opción perfecta para cuando andas por la zona y quedan pocas horas de luz, pero no quieres desaprovecharlas. Eso fue precisamente lo que hicimos nosotros, ya que como la mañana la habíamos ocupado visitando Castril y sus alrededores, no nos quedaba mucho tiempo, por lo que necesitábamos una ruta cercana, sencilla y cortita. Y la guía turística que nos prestaron de la zona traía esta opción, tan óptima para nuestros intereses.
Además, en contra de nuestras expectativas, la llegada tampoco se hizo complicada. Saliendo desde Pozo Alcón hay que ir en dirección al Camping de la Bolera. Una vez lo pasamos, deberemos acceder por una carretera de tierra a la izquierda, que queda a unos 500 metros de distancia. Recorremos esta pista forestal y pasaremos cerca del Aula de la Naturaleza el Hornico -creo recordar que queda a la izquierda del camino cuando vas de camino para allá!-. En ese momento quedan solo unos 4 kilómetros, hasta encontrarnos con un desvío indicado como Arroyo Guazalamanco.
Allí dejamos el coche y empezamos la ruta a pie por fin. El inicio se hará un poco cuesta arriba – ya que se empieza ascendiendo por una pendiente moderada!-, pero hay que decir que es la parte más difícil de la ruta y ni siquiera merece ese adjetivo. Una vez hayamos subido hasta arriba del todo, dejando a nuestras espaldas el Pantano de la Bolera, estaremos al lado del Mirador del Guazalamanco. Tras habernos detenido a observar las vistas que nos concede el barranco convertido en mirador, continuaremos la marcha sobre llano. La dificultad, como digo, es escasa y el tiempo estimado de ida y vuelta es de 1 hora y media. El paseo discurre por la orilla del río de forma relajada, disfrutando de las pequeñas cascadas que vamos encontrándonos.
Al contrario que otras rutas de la zona, esta tiene un amplio paseo hasta prácticamente el final, por lo que se puede caminar sin problemas y más aún cuando la cantidad de senderistas es baja, como fue nuestro caso. La ruta termina en una gran cascada artificial, sumamente fotogénica y extremadamente relajante por el sonido del agua que cae deslizandose por las piedras. A partir de ahí, si se quiere avanzar más para aproximarse a la cascada, habrá que hacerlo saltando de piedra en piedra, pero sigue sin resultar muy complicado.
Una vez se hayan hecho las fotografías de turno a esta magnífica escultura de agua, podremos emprender el camino de vuelta por el mismo camino. Como decía, la ruta no ocupará más de una hora y media y es una buena y bonita opción para aprovechar una tarde de otoño por la zona sur de la Sierra de Cazorla.