París enamora. Sus atardeceres de tonos rosados, la silueta de la Torre Eiffel, sus nostálgicos tejados y sus farolas nos transportan a una ciudad al margen de todo lo que conocemos, con rincones y esquinas románticas a cada paso. La bien llamada Ciudad del Amor tiene, sin embargo, más de lo que muestra.

Y es que, aunque hicimos todas las visitas de obligado cumplimiento, también reservamos un rato para divertirnos. Y, en este caso, decidimos descubrir algunos de los bares ocultos de la capital francesa. Por lo visto, esconder los bares de todas las miradas es una nueva tendencia y cada vez surgen más y más de estos locales, con puertas de entrada cada vez más curiosas.

Ubicar estos bares se convierte en una especie de juego y es que hay algunos escondidos en sitios tan inimaginables, que te sientes un poco más inteligente después de encontrarlos. Durante nuestros días en París y con ayuda de nuestro guía turístico oficial en Francia, localizamos dos de ellos. Aquí os explico sus misterios y las claves para dar con ellos. Eso sí, estos son solo dos, el resto ya os los dejo a vosotros! 😉

• Lavomatic

Igual que un armario esconde todo el mundo de Narnia, la lavandería Lavomatic esconde todo un bar detrás de una de sus lavadoras. Lo más curioso de todo es que, en este caso, no existe ningún tipo de pista en el recinto que te indique que una de ellas esconde algo más. Así pues, nosotros entramos en el establecimiento un poco perdidos. La divertida mirada de los presentes indicaba que sabían lo que buscábamos y finalmente, gracias a la ayuda de uno de los usuarios de las lavadoras, localizamos la puerta de entrada.

Tras pulsar uno de los botones a la derecha de la lavadora número 4 y estirando de la puerta del tambor de lavado, logramos abrir la puerta que nos llevaba por unas escaleras al piso de arriba. Allí encontramos un bar hipster plagado de gente y acorde con el tema «lavadoril»: algunos de los asientos simulaban cajas de detergente, por ejemplo.

La verdad es que el bar en sí -más allá de su puerta de entrada!- resultaba peculiar. En un espacio reducido habían conseguido combinar varios espacios: rincones con sillones para acomodarse, mesas altas para bebidas rápidas y hasta columpios colgados del techo que servían como asientos.

Nosotros llegamos sobre las 19h y en todo el rato que estuvimos no paró de llegar gente. La verdad es que, al entrar, no pude evitar preguntarme si realmente un negocio así sería viable. Pues durante una hora tuve la comprobación empírica de que, por muy escondido que estuviese, curiosos hay en todas partes y más en París. Mientras quieran buscarlo, lo encontrarán y es que ¿quién no querría tomarse una copa en una lavadora?

• Bar Anaan

Este bar de cocktails ambientado en un tren es algo más fácilmente localizable que el anterior. En el lugar indicado por el mapa encontraremos un restaurante indio llamado Elaichi. Puede extrañarnos en un principio, pero al entrar reconoceremos una puerta a la derecha con un cartel en indio con un tren dibujado.

Atravesamos esa puerta y nos encontraremos en un pequeño pasillo lleno de humo con un tigre al fondo. Tranquilos que no muerde! Avanzamos hasta él y atravesamos esa última puerta antes de embarcarnos en el viaje que nos propone el Bar Anaan. A la derecha iremos viendo diferentes imágenes en movimiento que muestran el trayecto que sigue el tren al que acabamos de «subir».

Una vez hayamos encontrado sitio en una de las mesas, vendrán alguno de los camareros y al mismo momento en que nos dan estas cartas de bebidas-pasaporte, nos darán la bienvenida a bordo.

Al final del bar, dentro de una zona de fumadores acristalada, podremos seguir el trayecto de nuestro «tren» con una vista trasera del viaje de este. Es entretenido comprobar cómo vamos dejando atrás paisajes y personas que vemos desde las ventanas laterales.

Pido perdón por la calidad de las fotos, que tuvieron que ser exclusivamente sacadas con el móvil en estas ocasiones. Aún así, creo que ayudarán a los curiosos que quieran emprender la aventura de buscar estos peculiares locales.

¡Eso sí! Una cosa hay que decir  y es que, desde luego, lo oculto sale caro (y más en Francia!), pero también es cierto que, tras la labor de búsqueda, la recompensa es bien merecida.