Puente de octubre, ganas de escapada y de sentir el otoño. Empezamos a pensar…¿dónde podemos ir desde Alicante sin mucho gasto? El Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas surgió como una de las grandes opciones y fue la ganadora. Durante un corto fin de semana nos dirigimos, por lo tanto, a la zona andaluza de esta sierra y nos hospedamos cerca de un pueblo llamado Pozo Alcón. Y cerca de allí, estaba el bonito pueblo de Castril de la Peña. 

Este pueblo, perteneciente ya a la provincia de Granada, descansa a los pies de una escarpada peña que le proporciona un aire característico. Al llegar, aparcamos el coche en un descampado cercano al Parque de la Arboleda Perdida y comenzamos una ruta que nos llevaría hasta el pueblo pasando por el río que le da nombre.

La cerrada del Río Castril no es una de las rutas más conocidas de esta Sierra, pero es digna de ver. Tras atravesar el agradable paseo de la Arbolada, nos encontramos con un puente que nos hará rodear la peña caminando sobre el propio río. Este itinerario, por lo visto, fue construido por el Ayuntamiento del lugar para fomentar el turismo en la zona y el uso recreativo de sus alrededores. 

Empezamos entonces el recorrido por la cara norte de la Peña, que consistirá en dos tramos diferenciados que recorren todo el cañón formado por el río Castril. La primera parte, a una altura de unos 5 metros sobre el río, discurre por una pasarela artificial de hierro y madera pegada a la pared de la Peña. La segunda parte, tras cruzar el río por un puente colgante, continua por el otro lado del cauce, en paralelo a las aguas, pasando por diferentes túneles que permiten ver el río desde balcones en la roca.

Una vez rodeada esta cara de la Peña, un camino nos conduce al pueblo por la cara este del enorme monolito. En este tramo empezaremos la subida y empezaremos a adentrarnos poco a poco en el pueblo. Durante el ascenso iremos obteniendo una mejor perspectiva de los campos que rodean el pueblo de Castril de la Peña. Tras la larga escalinata, nos encontraremos por fin rodeados de las características casas blancas que forman este pueblecito granadino.

Nosotros tuvimos una suerte añadida en nuestra visita. A nuestra llegada al pueblo comenzamos a percatarnos de que todo el mundo seguía el mismo camino, y pronto nos juntamos con una muchedumbre reunida en las calles principales. Resulta que nuestra visita había coincidido con las fiestas más esperadas: las fiestas patronales en honor del Cristo del Consuelo y de la Virgen del Rosario.

Desde hace siglos, este pueblo a la sombra de una peña y bañado por el río Castril lleva viendo encierros de vaquillas bravas en sus fiestas de otoño. Para ello, engalanan el pueblo con alegres decoraciones e instalan una serie de plataformas para ver el encierro sin correr ningún peligro.

Una vez descubrimos que habíamos tenido la suerte de llegar en el momento justo al lugar adecuado, decidimos quedarnos a ver el encierro. No creo que sea comparable a los Sanfermines en cuanto a recursos, pero la emoción y la entrega de la gente de Castril de la Peña sería, como mínimo, equivalente.

Tras disfrutar del jolgorio de estas fiestas, nos dirigimos de nuevo al coche. Atravesamos lo que quedaba de este bonito pueblo blanco oliendo el perfume de las barbacoas y escuchando el griterío animado de la gente, que se quedaba disfrutando de sus fiestas.