La Latina, domingo por la mañana. Es el lugar más bullicioso, colapsado y animado de todo Madrid, pase lo que pase en el resto de la capital -menos si es el Orgullo claro!-.

Empiezas a deambular dejando que los pies te lleven por este señor Rastro que se monta cada día del Señor, pero probablemente serán los oídos los que acaben marcándote la ruta. Bajando por la calle de la Ribera de Curtidores y recorriendo sus calles aledañas, encontramos este peculiar mercadillo, con siglos de historia y cientos de puestos. Su oferta es de lo más variopinta: desde CDs o películas a tapices, cámaras antiguas u objetos de anticuario; pasando por revistas, cromos o, incluso, obras de arte.

En este lugar se mezcla lo antiguo con lo nuevo, lo quiche con lo hippie y lo hipster con lo -realmente- vintage. Y, si a todo esto se le suman multitudes y multitudes de personas, la única capaz de endulzar la mezcla es la música.

En cada rincón que queda libre de puestos de este animado mercado, encontramos artistas de todo tipo, que crean música de todas las formas posibles. Desde un I believe I can fly a capela, al más puro estilo gospel, que te traslada al Harlem en Nueva York; hasta ritmos de tambores que nos hacen saltar el Estrecho. Los Rumba Brothers -o el Estopa madrileño- animan al público con palmas y un cajón a la española, mientras, por otro lado, para los más refinados, otros lo hacen solo con sus dedos y unas copas. Y lo mejor de todo es que cada domingo hay un nuevo espectáculo a presenciar.

Al final, no hay mejor plan un domingo en Madrid, que dejarse llevar por el Rastro tras el rastro de la música.

[Eso sí, ojo también con los bolsos y carteras, que ésta también es la visita dominical obligada para los carteristas de la capital! ]